viernes, 10 de septiembre de 2021

 La socialización como elemento fundamental en la vida

Recordando que la socialización es un proceso mediante el cual el individuo adopta los elementos socioculturales de su medio ambiente y los integra a su personalidad para adaptarse a la sociedad.  Dicho en otros términos, socializar es el proceso por el cual el niño, aprende a diferenciar lo aceptable de lo inaceptable en su comportamiento.   Socializar es un proceso muy importante que debe  fomentarse en los niños y niñas desde muy corta edad.

La primera infancia es el periodo en el que tiene lugar el proceso de socialización más intenso, cuando el ser humano es más apto para aprender. Desde que se nace se está aprendiendo y  se continúa haciéndolo hasta la muerte.  Así como no todos los niños gatean, caminan o hablan a la misma edad, tampoco para aprender hay una edad fija.  Los niños difieren unos de otros en cuanto a su ritmo de aprendizaje, de ahí la importancia de ofrecer estímulos, experiencias o materiales que contribuyan en el aprendizaje, ya que el proceso mismo lo realizan los propios niños.

Este proceso mediante el cual los niños aprenden a diferenciar lo aceptable (positivo) de lo inaceptable (negativo) en su comportamiento se llama socialización. Se espera que los niños aprendan, por ejemplo, que las agresiones físicas, el robo y el engaño son negativos, y que la cooperación, la honestidad y el compartir son positivos. Algunas teorías sugieren que la socialización sólo se aprende a través de la imitación o a través de un proceso de premios y castigos. Sin embargo, las teorías más recientes destacan el papel de las variables cognitivas y perceptivas, del pensamiento y el conocimiento, y sostienen que la madurez social exige la comprensión explícita o implícita de las reglas del comportamiento social aplicadas en las diferentes situaciones.

Sin embargo, la socialización del niño durante la infancia no constituye en sí una preparación suficiente y perfecta, sino que a medida que crece y se desarrolla su medio ambiente podrá variar exigiéndole nuevos tipos de comportamiento.  Por lo tanto es fundamental ir enfrentando a nuestros niños y niñas a diversos ambientes: familiar, escolar, comunal y otros...

Los diversos aspectos del desarrollo del niño abarcan el crecimiento físico, los cambios psicológicos y emocionales, y la adaptación social.  Es válido propiciar la adaptación social, como la fuente de SOCIALIZACIÓN en los niños (as).

Motivar a nuestros hijos a relacionar y socializar, redundará en beneficio de una sana personalidad.  Ya que esto permitirá a  los niños aprender a evitar   conflictos y a manejarlos cuando inevitablemente ocurren. Los padres excesivamente estrictos o permisivos limitan las posibilidades de los niños al evitar o controlar esos conflictos.

Numerosas investigaciones han llegado a la conclusión de que el comportamiento y actitudes de los padres hacia los hijos es muy variada, y abarca desde la educación más estricta hasta la extrema permisividad, de la calidez a la hostilidad, o de la implicación ansiosa a la más serena despreocupación. Estas variaciones en las actitudes originan muy distintos tipos de relaciones familiares. La hostilidad paterna o la total permisividad, por ejemplo, suelen relacionarse con niños muy agresivos y rebeldes, mientras que una actitud cálida y restrictiva por parte de los padres suele motivar en los hijos un comportamiento educado y obediente. Los sistemas de castigo también influyen en el comportamiento. Por ejemplo, los padres que abusan del castigo físico tienden a generar hijos que se exceden en el uso de la agresión física, ya que precisamente uno de los modos más frecuentes de adquisición de pautas de comportamiento es por imitación de las pautas paternas (aprendizaje por modelado).

Las relaciones sociales infantiles suponen interacción y coordinación de los intereses mutuos, en las que el niño adquiere pautas de comportamiento social a través de los juegos, especialmente dentro de lo que se conoce como su ‘grupo de pares’ (niños de la misma edad y aproximadamente el mismo estatus social, con los que comparte tiempo, espacio físico y actividades comunes). De esta manera pasan, desde los años previos a su escolarización (desde la etapa preescolar) hasta su adolescencia, por sistemas sociales progresivamente más sofisticados que influirán en sus valores y en su comportamiento futuro. La transición hacia el mundo social adulto es apoyada por los fenómenos de liderazgo dentro del grupo de iguales, donde se atribuyen roles distintos a los diferentes miembros en función de su fuerza o debilidad. Además, el niño aprende a sentir la necesidad de comportarse de forma cooperativa, a conseguir objetivos colectivos y a resolver conflictos entre individuos. La conformidad (acatamiento de las normas del grupo social) con este grupo de pares alcanzará su cuota máxima cuando el niño llegue a la pubertad, a los 12 años aproximadamente, y nunca desaparecerá del comportamiento social del individuo, aunque sus manifestaciones entre los adultos sean menos obvias.

Los miembros de los grupos de pares cambian con la edad, tendiendo a ser homogéneos (del mismo sexo, de la misma zona) antes de la adolescencia. Después pasan a depender más de las relaciones de intereses y valores compartidos, formándose grupos más heterogéneos.

Por otro lado analizaremos, que entre mayor interacción, relaciones sociales o socialización tengan nuestros hijos (as), con sus grupos pares;  se convertirán en personas más seguras y extrovertidas.  Ayudando por tanto la SOCIALIZACIÓN a contrarrestar la TIMIDEZ o limitación o defecto del carácter que impide el desarrollo armónico del yo y que en las personas que la padecen se manifiesta por una inseguridad ante los demás, una torpeza o incapacidad para afrontar y resolver las relaciones sociales.

Lo que caracteriza a la timidez es la perturbación afectiva refleja a la presencia de los demás como un mecanismo de defensa del yo. Sus orígenes son complejos; puede provenir de una actitud hereditaria, pero en la mayor parte de los casos es la consecuencia de un defecto de socialización  (carencia de socialización o de interacción) debido a un medio insuficiente o excesivamente protector. Pese a que la timidez y el complejo o sentimiento de inferioridad suelen aparecer asociados, se trata de fenómenos independientes, aunque ambos surgen por las mismas causas. La timidez se manifiesta en todos los campos de la actividad: física, intelectual y sentimental. El niño tímido, en general, se presenta con un aire de cortedad, con una actitud vacilante y un carácter nervioso no activo (palpitaciones, temblores, enrojecimiento repentino). Con frecuencia desarrolla un comportamiento autoritario como modo de compensar sus propios miedos.

De lo anterior desprendemos que la socialización va muy ligada a establecer buenas y sanas relaciones interpersonales; así que la timidez en muchos casos podría deberse a problemas de socialización o de interacción ausente o escasa en los niños y niñas.  Es fundamental que el padre – madre de familia, ayude a formar la personalidad de su hijo (a),  para encaminarlos hacia el éxito.    En gran parte los padres de familia, tenemos en nuestras manos el poder de crear hijos éxitos, es tiempo ya de empezar a trabajar en la construcción de una personalidad definida en los niños y niñas.




miércoles, 11 de septiembre de 2019

Psicopedagogía Neurocognitiva

La psicopedagogía es una disciplina que permite comprende los problemas de aprendizaje desde los procesos básicos, hasta los procesos cognitivos complejos o superiores teniendo en cuenta los estilos de aprendizaje.

El diagnóstico es único, ya que depende de la singularidad de cada niño o adolescente en particular, con sus características individuales y las de su grupo familiar.

Frente a las dificultades de aprendizaje es necesario indagar distintas áreas para determinar qué aspectos influyen y son responsables de dichos problemas. Se consideran los aspectos madurativos, intelectuales, proyectivos y pedagógicos, buscando conocer la relación del sujeto con el conocimiento y el aprendizaje.

En este sentido, se utilizan métodos y técnicas para definir el estado de las funciones cognitivas, siendo la cognición un proceso por el cual se adquiere y organiza la información del mundo externo e interno transformándola en conocimiento. Esto se logra por la integración de diferentes funciones como: atención,  memoria, funciones ejecutivas, visoespacialidad, lenguaje.

El psicopedagogo con una mirada clínica y pedagógica, integra todas las dimensiones de análisis generando una visión integral del educando para pensar estrategias de intervención específicas.

¿Qué es el tratamiento Psicopedagógico Neurocognitivo?
El tratamiento Psicopedagógico Neurocognitivo es un recurso muy importante para responder adecuadamente a las necesidades educativas específicas que puedan tener los estudiantes procurando comprender los procesos de enseñanza y aprendizaje en el contexto escolar y extraescolar.

El objetivo de este tratamiento es conseguir que el alumno aprenda de una forma más efectiva. Por lo cual, debemos ayudar al niño o adolescente con problemas de aprendizaje a que compense esta dificultad, partiendo desde sus potencialidades o habilidades.

Desde el tratamiento psicopedagógico se brindan estrategias específicas, brindando los apoyos y recursos necesarios para que un niño pueda avanzar en sus aprendizajes escolares.

La intervención de la psicopedagogía Neurocognitiva se realiza teniendo en cuenta el funcionamiento del cerebro humano. La premisa es la estimulación de los procesos y configuraciones cognitivas, mediante programas de intervención cognitiva en niños y adolescentes con daños cerebrales adquiridos o niños que no hayan alcanzado el nivel adecuado del desarrollo en sus etapas de maduración.

Se trabaja desde la “reorganización o intervención cognitiva, cuando la función no se ha adquirido” o desde la rehabilitación cuando se trata de la recuperación de una función que se ha desarrollado pero por alguna razón se ha perdido, por lo tanto la terapia se orienta a la habilitación de funciones.

También realiza intervenciones para favorecer el aprendizaje neuroconfigurador, considerado un proceso neuropsicosocial de configuración, creación y/o modificación de redes y circuitos neuronales que permiten la transformación relativamente permanente del modo de actuar, el cual modela y remodela su experiencia en función de la adaptación a los contextos en los que se concreta el ambiente con el que se relaciona.

El concepto primordial del que se parte en la habilitación/rehabilitación Neurocognitiva es la plasticidad neuronal, es decir que a través de las estrategias neuroconfiguradoras se puede activar las neuronas, hacer que crezcan y se conecten con otras neuronas mediante la sinapsis, generando nuevos aprendizajes cognitivos y conductuales.

Se parte desde el nivel de desarrollo en el cual se encuentra el niño y /o adolescente, teniendo en cuenta su “estilo de aprendizaje” para brindarle las herramientas y estrategias que favorezcan su desarrollo y maduración a través del andamiaje neuroconfigurador.

Procesos que se rehabilitan y / estimulan
Atención
Memoria
Pensamiento
Lenguaje
Comprensión Lectora/ Escritura
Teoría de la mente
Funciones Ejecutivas: flexibilidad cognitiva- planificación- anticipación-monitorización de los propios procesos cognitivos.
¿En qué casos un niño o adolescente puede necesitar tratamiento psicopedagógico neurocognitivo?
En el caso que se observen compromiso en el desempeño escolar. Por ejemplo en niños con dificultades de aprendizaje vinculadas:

Trastorno por Déficit de atención con Hiperactividad (TDAH)
Dislexia
Discalculia
Trastorno del Espectro Autista
Trastorno del Lenguaje
Discapacidad Intelectual
Síndromes genéticos como X frágil o Síndrome de Down
Epilepsia
Problemas de aprendizaje.
Traumatismos
Trastornos Neurológicos

viernes, 27 de enero de 2017

Una Caricia para el Alma...


¿LA EDUCACION NECESITA REALMENTE DE LA NEUROCIENCIA?

Interesante Articulo de Prof. Raúl Salas Silva;
E-mail: resalass@terra.cl 

RESUMEN

Este artículo se refiere a los siguientes aspectos del tema "Educación y Neurociencia": El estado actual de la Neurociencia y de los resultados de la misma que son aplicables a la educación. La teoría del aprendizaje basado en el cerebro o compatible con el cerebro. Las implicaciones y aplicaciones de esta teoría para el currículo, la enseñanza y la evaluación. La actitud que se debe asumir en el ámbito educativo frente a la Neurociencia o a los resultados de la investigación del cerebro. Se concluye que la educación tiene que cambiar de un modelo conductista a otro compatible con el cerebro cuanto antes. Palabras claves: educación, neurociencia, cerebro, aprendizaje, enseñanza, investigación-acción. Para leer articulo completo haga click aqui 

viernes, 8 de abril de 2016

Mundos Internos Mundos Externos


¿NUEVA DENOMINACIÓN A LOS ESTILOS DE APRENDIZAJE?


La hipótesis de los estilos de aprendizaje se hizo popular aproximadamente en los años 70’ en el ámbito de la educación. La podemos formular así: “Las personas se diferencian en cuanto a qué tipo de modalidad de aprendizaje es más efectiva para ellas” (Pashler, Mcdaniel, Rohrer, & Bjork, 2009)

Estos autores postulan que cada persona tiene una forma distintiva de aprender, y si esa forma es correctamente evaluada y el docente se ajusta a ella, el aprendizaje será más fluido y eficaz para esa persona. Por ejemplo, uno de los modelos más populares de estilos de aprendizaje, sugiere que las personas se dividen según su estilo de aprendizaje en visuales, auditivas o kinestésicas, según el medio de aprendizaje: las personas visuales aprenden mejor con gráficos y diagramas, las auditivas aprenden mejor escuchando, y las kinestésicas aprenden mejor a través del movimiento y la experiencia.
La hipótesis de los estilos de aprendizaje tiene consecuencias que no son desdeñables, ya que involucraría una serie de cambios en nuestra forma de enseñar y aprender. Si fuera cierta implicaría que un alumno que recibiera una enseñanza ajustada a su estilo de aprendizaje obtendría mejores resultados que alguien cuya enseñanza no fuera ajustada a su estilo de aprendizaje. Podríamos decir que la hipótesis de los estilos de aprendizaje comprende tres ideas:

  • Las personas tienen distintos estilos de aprendizaje que se agrupan en categorías.
  • Los estilos de aprendizaje pueden ser evaluados confiable y consistentemente.
  • Recibir enseñanza en el estilo de aprendizaje propio lleva a mejores resultados (y a peores resultados cuando se aprende en un estilo ajeno).

Estilos de Aprendizaje

Coffield, Moseley, Hall, y Ecclestone (2004), contaron 71 modelos de estilos de aprendizaje, mientras que Mitchell (1994), sostiene que hay más de 100. Cada uno desarrollado por distintas personas, proponiendo categorías e instrumentos de evaluación (tests, generalmente), distintas. La mayoría de esos modelos establece “tipos” -es decir, clasifican a la personas en categorías separadas, no en dimensiones- y suelen establecer polaridades dicotómicas. Por ejemplo, esa lista de 71 modelos incluye grupos de estilos de aprendizaje tales como:

  • Intuitivo/Analítico
  • Télico/Paratélico
  • Negativismo/Conformidad
  • Visual/Verbal
  • Holista/Analista
  • Simultáneo/Sucesivo
  • Abordaje Profundo/Abordaje Superficial
  • Activo/Reflexivo
  • Sensorial/Intuitivo
  • Secuencial/Global
  • Tolerante/Intolerante
  • Competitivo/Colaborativo
  • Participante/Evitativo
  • Heurístico/Algorítimo
  • Convergente/Divergente
  • Sintetizador/Idealista/Pragmatista/Analista/Realista
  • Teorista/Humanitario
  • Organizador/Innovador
  • Asimilador/Explorador
  • Perceptivo/Receptivo
  • Serialista/Holista
  • Amplio/Estrecho,

Y un largo etcétera ( ver la lista completa en Coffield y colaboradores, 2004). Como se puede observar, no hay absolutamente ningún criterio respecto a qué se considera “estilo de aprendizaje”, ya que puede referirse tanto al tipo de material (verbal/visual, por ej.) como a ciertas características del estudiante (competitivo/colaborativo, por ej). Al hablar de estilos de aprendizaje,  hablamos de preferir una modalidad, no de obtener mejores resultados cuando el aprendizaje se da en esa modalidad.

En la revisión de Coffield y colaboradores (2004), se seleccionaron 13 de los 71 modelos, y se evaluaron sus propiedades psicométricas: 6 no cumplieron con criterios psicométricos, 3 “se acercaron a cumplir” con los criterios psicométricos, otros 3 cumplieron la mitad. Sólo uno de los modelos cumplió con los requisitos mínimos psicométricos (y el que cumplió con los requisitos no está dirigido tanto a estudiantes sino más bien a docentes).

Como conclusión obtenemos que de 71 modelos de estilos de aprendizaje solo 1 cumplió con requisitos psicométricos básicos, lo cual ni siquiera es  destacable; es el mínimo absoluto que uno puede esperar de una herramienta de evaluación. Ciertamente, no parece prometedor si se tiene en cuenta que la hipótesis ha estado dando vueltas durante 40 años.

omo se menciona al comienzo del artículo, la hipótesis de los estilos de aprendizaje implica que los alumnos aprenderán mejor si la enseñanza es entregada en el estilo de aprendizaje propio, por tanto, los estilos de enseñanza deben ajustarse al alumno.

Así, al aprender un contenido por ej. conceptos matemáticos, los alumnos “visuales” aprenderán mejor con gráficos y diagramas, los “auditivos” escuchando una clase oral, y los “kinestésicos” haciendo experimentos con objetos, por poner un ejemplo un tanto burdo. La evaluación de esa hipótesis es directa, basta con evaluar el estilo de los participantes, enseñar un contenido o tarea y ver si los resultados son mejores cuando el aprendizaje se entrega en la modalidad preferida.

Eso fue precisamente lo que hicieron Massa y Mayer, (2006), en una serie de tres experimentos en donde evaluaron si seguir la modalidad preferida del alumno (visual o verbal), generaba diferencias en el aprendizaje. Lo que encontraron es la modalidad de presentación no tiene impacto en términos de resultados. Digamos, si un alumno “visual” recibe un contenido de forma visual o verbal da lo mismo:

“En términos generales, a pesar de evaluaciones cuidadosas utilizando más de una docena de medidas de verbalizadores versus visualizadores, no pudimos encontrar apoyo a la hipótesis de que los verbales deben recibir instrucciones verbales y que los visuales deben recibir instrucciones visuales. En cambio, añadir ayudas visuales a una lección online que tenía mucho texto tendió a ser de utilidad tanto a visualizadores como a verbalizadores” (Massa y Mayer, 2006, p.334).

Pashler y colaboradores (2009), citan resultados similares en varios otros casos, y ofrecen la siguiente frase:

“La literatura falla en proporcionar soporte adecuado para aplicar evaluaciones de estilo de aprendizaje en ámbitos escolares. Más aún, varios estudios que utilizaron diseños de investigación apropiados encontraron evidencia que contradicen la hipótesis de los estilos de aprendizaje. Finalmente, incluso si un estudio de una clasificación particular de estilos de aprendizaje y sus métodos instruccionales correspondientes revelara la evidencia necesaria, tal hallazgo sólo apoyaría ese sistema de clasificación –y sólo si sus beneficios sobrepasaran el alto costo de las evaluaciones de los estudiantes y la instrucción personalizada” (p.116)

Cabe destacar que sostener la hipótesis de los estilos de aprendizaje carece de evidencia sólida no significa afirmar que los alumnos son todos iguales, ni que las cosas son fantásticas así como están, ni que queremos que nadie aprenda nada.

Como conclusión, citamos las palabras de Frank Coffield (link): “Le hacemos un flaco favor a los estudiantes al implicar que tienen solo un estilo de aprendizaje, más que un repertorio flexible del que escoger dependiendo del contexto”.

 

Fuentes Consultadas:

Coffield, F., Moseley, D., Hall, E., & Ecclestone, K. (2004). Learning styles and pedagogy in post-16 learning A systematic and critical review. Learning and Skills Research Centre, 84.

Lilienfeld, S. O., Lynn, S. J., Ruscio, J., & Beyerstein, B. L. (2010). 50 myths of popular psychology. John Wiley & Sons, Ltd.

Maero, Fabián. Psicólogo y Profesor, atiende pacientes. Escribe información biográfica en tercera persona en Psyciencia.

Massa, L. J., & Mayer, R. E. (2006). Testing the ATI hypothesis: Should multimedia instruction accommodate verbalizer-visualizer cognitive style? Learning and Individual Differences, 16, 321–335. http://doi.org/10.1016/j.lindif.2006.10.001

Mitchell, D. P. (1994). Learning style: a critical analysis of the concept and its assessment. In R. Hoey (Ed.), Design for learning: aspects of educational technology. London: Kogan Page.

Pashler, H., Mcdaniel, M., Rohrer, D., & Bjork, R. (2009). Learning Styles Concept and Evidence. Psychological Science in the Public Interest, 9(3), 15.

Riener, C., & Willingham, D. (2010). The Myth of Learning Styles. Change: The Magazine of Higher Learning, 42(5), 32–35. http://doi.org/10.1080/00091383.2010.503139

Scott, C. (2010). The enduring appeal of “learning styles.” Australian Journal of Education, 54(1), 5–15. http://doi.org/10.1177/000494411005400102

http://saludyeducacionintegral.com/el-mito-de-los-estilos-de-aprendizaje/